Trabajar sobre mi propio grupo de teatro “El Turix y la Horqueta” no era una opción. Estaría muy viciado mi proyecto de tesis. Fue en eses tiempo en el mes mayo de 2008, mientras terminaba mis materias y me alistaba para la graduación que seguía pensando todavía en realizar mi proyecto de tesis sobre el teatro comunitario. Inclusive tuve hasta viajes para ir a dar cursos a comunidades de Quintana Roo, pero aún no sabía cómo abordar el tema. Dormí varias veces con el libro de Víctor Turner que habla sobre el rito y el teatro tratando de relacionar mis ideas.
Fue en febrero de ese año que fui a ver la función de La historia de la Oca dirigida por Oscar López. Esta obra había sido parte del XII ciclo del programa de teatro escolar, me pareció muy loable el trabajo desarrollado. Del programa de Teatro Escolar ya sabía desde 2004 pues una amiga de la preparatoria y de toda la carrera la Licenciada en Comunicación Social Silvia Sosa Castillo había participado en el montaje de La maravillosa historia del chiquito Pingüica, de cómo supo de su destino y como comprobó su grandeza de la dramaturgia Sabina Berman y dirigida por el maestro Juan de la Rosa Méndez, también maestro mío en los cursos de La Casa de la Cultura del Mayab. Inclusive Silvia y yo habíamos hecho teatro escolar, por llamarlo de alguna manera, para la preparatoria 2, en el grupo de teatro de la Universidad Autónoma de Yucatán. Así que para mí el teatro escolar no es algo nuevo, pero sí emocionante. Entonces me enteré de la obra La importancia de llamarse Ernesto de Oscar Wilde, dirigida por Raquel Araujo. Por fin mi conocimiento teórico, mi capacidad de desplazamiento y económica, y mi motivación empezaron a engranar y a trabajar.
Fue entonces a principios de que en marzo de 2009 orienté mi trabajo a la obra La importancia de llamarse Ernesto. Lo que me interesó, me apasiona (y apasionará toda la vida) del programa es la atraer desde muy chiquitos a los niños al teatro.
Fue en febrero de ese año que fui a ver la función de La historia de la Oca dirigida por Oscar López. Esta obra había sido parte del XII ciclo del programa de teatro escolar, me pareció muy loable el trabajo desarrollado. Del programa de Teatro Escolar ya sabía desde 2004 pues una amiga de la preparatoria y de toda la carrera la Licenciada en Comunicación Social Silvia Sosa Castillo había participado en el montaje de La maravillosa historia del chiquito Pingüica, de cómo supo de su destino y como comprobó su grandeza de la dramaturgia Sabina Berman y dirigida por el maestro Juan de la Rosa Méndez, también maestro mío en los cursos de La Casa de la Cultura del Mayab. Inclusive Silvia y yo habíamos hecho teatro escolar, por llamarlo de alguna manera, para la preparatoria 2, en el grupo de teatro de la Universidad Autónoma de Yucatán. Así que para mí el teatro escolar no es algo nuevo, pero sí emocionante. Entonces me enteré de la obra La importancia de llamarse Ernesto de Oscar Wilde, dirigida por Raquel Araujo. Por fin mi conocimiento teórico, mi capacidad de desplazamiento y económica, y mi motivación empezaron a engranar y a trabajar.
Fue entonces a principios de que en marzo de 2009 orienté mi trabajo a la obra La importancia de llamarse Ernesto. Lo que me interesó, me apasiona (y apasionará toda la vida) del programa es la atraer desde muy chiquitos a los niños al teatro.
Comentarios